La lucha contra el monóxido de carbono

A pesar de que el invierno es la época donde se presenta la mayor cantidad de casos de accidentes por inhalación de monóxido de carbono, el verano no es una estación a descuidar.

Durante la etapa más fría del año, el uso de la estufa, el  calefón o el horno hace que se puedan presentar situaciones de peligro por posibles intoxicaciones con monóxido de carbono. En efecto, la inclemencia del tiempo nos hace confinar y cerrar puertas y ventanas, y si no tenemos instaladas las ventilaciones reglamentarias para permitir el ingreso de aire para la combustión, estaremos exponiéndonos a un serio riesgo.

De lo que se trata en definitiva es: de una competencia por el oxígeno.

Para vivir y poder actuar con salud, los seres humanos necesitan oxígeno. Para que exista combustión en los artefactos de gas, se requiere la presencia de oxígeno en el ambiente. Con lo cual, al estar en un ambiente donde tenemos elementos de calefacción que utilizan gas natural, tenemos que tener en cuenta que van a consumir oxígeno para funcionar, lo mismo que las personas para poder vivir.

Ahora bien, con la llegada del calor los usuarios no están exentos de que esto suceda. Dejar encendido el calefón –aunque sea a mínimo- o las hornallas son cuestiones a no olvidar y mantener en alerta.

La generación de monóxido de carbono no es un fenómeno que suceda exclusivamente en épocas de frío, también puede producirse en verano, especialmente en viviendas en donde no se han utilizado durante un largo período de tiempo los artefactos a gas. Esto es habitual en las viviendas que están destinadas a ser habitadas durante las vacaciones. En las zonas de veraneo es común detectar que hay propiedades que quedaron deshabitadas por mucho tiempo y en consecuencia las instalaciones internas no se revisan con la regularidad anual que se recomienda.

Esta situación genera deterioro sobre todo en las salidas al exterior de los artefactos, donde puede ocurrir que los pájaros construyan nidos y taponen los conductos de evacuación, o que se produzcan daños inadvertidos por el usuario, por ejemplo: abolladuras o desplazamientos de los conductos.

Es importante recordar que este gas tóxico  se difunde fácilmente, por eso la prevención es la mejor manera de anticiparse a él y no darle la posibilidad de que contamine.

Leé más sobre este tema en: Monóxido de carbono: cómo evitar accidentes. Protegé tu vida, protegé la vida de todos. Para mayor información, contáctate a: info@enargas.gov.ar.